Cuando uno deja de existir por siempre se lo recordará por lo que fue y por lo que hizo en vida.
Nacho no dejará un cuadro, tampoco una tesis matemática, menos un edificio de quince pisos, pero seguro perdurará eternamente por su legado y el mismo se verá plasmado en sus herederos, sus alumnos. Mientras existan discípulos que esgriman los conocimientos y por sobre todo la educación que un profe le propinó, dicho profe nunca muere.
Seguramente se lo va a extrañar a este chico veinteañero que llegó a club en prenovena, que hizo todas la inferiores, que se lo bautizó el Caballo de los goles importantes, que dejó el fútbol en cuarta división, que se preparó para ser docente y que desde hace cinco años la ejercía en nuestro club en diferentes categorías. Actualmente entrenaba la novena.
La peleó con muchas agallas, cayó derrotado como lo hacen los guerreros, sus alumnos seguramente se tomarán revancha aplicando a diario todo lo que él les enseñó.
Así es como los profes nunca mueren, así será como Nacho seguirá eternamente vivo.
Por Marcelo Adrian Colla.
0 comentarios:
Publicar un comentario